Autor: Pere Ruiz
Del libro ¡Ajajá!
Ed. Praxis, 2010
El palíndromo es poesía; de ella nace y en ella habita, y aunque a menudo lo haga tímida o disimuladamente es imposible evitar su parentesco. No hay más que consultar los innumerables manuales de retórica y poética de los siglos pasados para encontrar en medio del arte de la métrica al palíndromo, en cualquiera de sus nominales variantes, sea como epánodo, carcinus o retrógrado, dependiendo de tal o cual época y autor se estudie, pero
siempre descrito como una de las útiles formas en que puede componerse el verso.
Los autores de los primeros palíndromos en español son poetas. Desde los escritos en latín hasta los tres más antiguos conocidos en castellano, procedentes del cancionero Sarao de amor, de Juan Timoneda, del año 1561, y titulados Tres versos con tal artificio hechos, que tanto dizen al derecho como al revés:
Ola moro moro malo.
No tardes y sed ratón.
No desseo esse don.
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