jueves, 18 de abril de 2013

ANINA YATAY SALAS. Tomás Lipgot


Amigos del Club Palindromista Internacional:

Les escribo desde el finicio del atlas para contarles de un suceso que despertará vuestro interés.
En mis tiempos libres de palindromista me dedico al cine, soy productor y director. Todos los abriles sucede acá en Buenos Aires un festival de cine, el BAFICI, que despierta una efímera vorágine cinéfila en toda la ciudad que, lamentablemente, solo dura 2 semanas al año.
Cómo todos los años, mudo mi oficina al festival ya que es un punto de encuentro muy  importante de la industria y, con suerte, alcanzó a ver 4 o 5 películas de las 400 que se proyectan
Pero este año ya estoy satisfecho. Vi AninA, una deliciosa película de animación uruguaya, la primera en su técnica, dirigida por Alfredo Sorderguit. Conozco bien el proyecto porque los productores son socios míos en otra película y conocí al director hace un año en Montevideo cuando estaban terminando de editar la película.
Además, en este momento me encuentro produciendo una película de animación basada en “La epopeya de Gilgamesh”, el texto más antiguo de la humanidad. Esperaba con ansias esta película que reúne dos de mis intereses favoritos.
Anina es hija de Carlos Yatay y de María Salas….y se llama Anina Yatay Salas (¡por suerte no debo explicarle nada a ustedes!).
Es una niña de 10 años, sumamente inteligente, despierta e inquieta, con ese nombre no podría ser de otra manera.
Pero su triple nombre palindrómico es una carga también ya que es objeto de burlas de sus compañeros del colegio por la rareza que esto implica.
Anina tiene pesadillas con su nombre, le reprocha esta sádica decisión a sus padres pero también logra comprender el sentido mágico de esta imposición: suele pedir deseos tres veces capicúas, como su nombre.
La película es conmovedora por muchas razones, la técnica es súper artesanal pero efectiva en los climas que logra crear acompañada por un música bellísima. El director es ilustrador- una estética muy marcada en la película- que comenzó ilustrando la novela “Anina Yatay Salas” de Sergio López Suárez, que es el germen de este film.
La película se presenta para niños, que ciertamente lo es, pero tiene todos los códigos para que alguien que haya perdido la infancia pueda disfrutarla. Luego de la función, cerveza mediante, conversando con el director, coincidimos en esa nostalgia que tiene la película- cómo gran parte de las películas uruguayas-rioplatenses- al observar ese lejano mundo de la infancia. Pero a la vez la película logra hacer conectar con él y, en esta ida y vuelta, vuelva a aparecer la estructura del palíndromo.
Lo único que podría criticarle a la película- y sólo hablando desde un lugar de especialización- es que en una escena cumpleañera, unas guirnaldas formaban el ultra frecuente palíndromo Dábale arroz a la zorra el Abad. Y en otra escena, el padre de Anina le presenta el palíndromo “más largo” con A mamá Roma le aviva el amor a papá y a papá Roma le aviva el amor a mamá….Habiendo tantos palíndromos creativos me fastidió un poco la utilización de estos lugares comunes. De todas formas, comprendo que la película va dirigida a un público general que desconoce este mundillo simla que me hace ver las cosas de étrico.

Pero Anina va más allá de ser un mero juego de palabras y ahí reside el interés reversista del film. En su sentido más profundo, Anina acepta su rareza capicúa, logra trascender el trauma de la exclusión social que le genera su nombre y penetra en la dimensión milagrosa  del universo palindrómico. Tal es así que les voy a contar el final de la película, algo que nunca se hace en una reseña, pero  ustedes saben que ese final es a la vez comienzo, así que aquí queda habilitado.
Anina tiene una compañera enemiga, Yisel, con quién se pelea y está fricción es el conflicto de la trama. Dejando de lado varias cuestiones narrativas, en cierto momento Anina sube a un colectivo- donde siempre espera encontrar su boleto capicúa- y efectivamente le toca el boleto 01610, que lo atesora.

Yisel es el prototipo de la mala en el relato pero ciertos indicios le hacen saber a Anina que Yisel tiene severos conflictos y abandonos familiares y esto le hace cambiar su percepción hacia su compañera. Resumiendo, el conflicto entre ellas se resuelve y Anina le regala su tan preciado boleto capicúa a su antigua enemiga. No es sólo un gesto, el boleto capicúa, cargado de sortilegio, viene a operar como una suerte de redención en la historia. Gracias a la sensibilidad de Anina y al poder  mágico del palíndromo, lo que podría haber sido un caos absoluto se soluciona de una forma perfecta y armoniosa  ¿no es acaso esto lo mismo que un buen palíndromo?
Para cerrar les dejo una hermosa reflexión de Anina que está en la novela y no recuerdo si está en la película:
¿Cómo decirle que quizás es la magia de mi nombre la que me hace ver las cosas de ida y vuelta?
Abrazos reversistas.
Tomás.

Pd: Estén atentos que es altamente probable que la película se vea pronto en España en un prestigioso festival de cine.
Pd 2: Al final de la función, en el espacio para las preguntas al director, una persona, que seguramente no pertenece al CPI- dijo que el palíndromo más largo no es el que el padre de Anina le muestra sino que coincide justo con  el número del boleto que Anina encuentra, el 1610, y que lo había escrito Georges Pérec, con ese número de palabras.  Ambas cosas sabemos que no son ciertas pero no quise intervenir ya que ese dato le aportó más magia aún a una función encantadora.

3 comentarios: