El texto herido
La tragicoludolinguistica es la ciencia que estudia el fenómeno que producen los
accidentes de algunas figuras retóricas, como los palíndromos, en la literatura
actual.
De pequeños nos
enseñan que hay que tener siempre mucho cuidado con lo que se dice y cómo se
dice, pero con el tiempo nos damos cuenta de que ese consejo no se lleva a la
práctica casi nunca y, por lo tanto, no importa demasiado ser político,
catedrático o presentador de las noticias de televisión para hablar simple y
llanamente mal.
El palindromista,
empedernido jugador de palabras, se esfuerza porque su mensaje fluya ligero y
suave, cual agua limpia y transparente. Al menos quien les habla tiene uno de
sus mayores desvelos en conseguir la asepsia e inocencia aparente de la frase
simétrica.
Desde mi punto de
vista el palíndromo ha de ser una inocentada cargada de intencionalidad. Ha de
ser simétrico, pero no tiene por qué parecerlo. Ha de ser una espada aún
pareciendo una escoba; un lobo con piel de cordero. La frase capicúa que llama
la atención por su propia construcción gramatical forzosa, está accidentada.
Las palabras heridas configuran un mensaje que, dañado en su función
comunicativa, ha perdido gran parte de su valor literario.
He ahí uno de los
grandes retos del palindromista: no herir al lenguaje.
Sólo para
desdramatizar, explicaré una anécdota que viene a cuento y que le ocurrió a una
amiga, estando el otro día de compras. El caso es que María entra en un
comercio de artículos sexuales con idea de comprar algún deleite corporal. Tras
unos instantes de atenta observación, por fin se encuentra con el objeto de su
deseo. Es tal su contento que exclama al vendedor:
¡Olé, magno pene, póngamelo!¹
Éste, como experto
profesional y mejor consejero, mostrándole un artículo similar que al lado del
anterior está, le recomienda que lo escoja. Ella duda un instante, pero
rápidamente se decide, tras escuchar el argumento del comerciante:
Dura más ésta, porque está más dura.²
Mi amiga va feliz
con su compra y el otro queda pagado y satisfecho. Los palíndromos son, en este
caso, lo de menos.
¹Palíndromo de Alexandre Beltrán.
²Palíndromo por
palabras de Ramón Giné.
Del ACORDEÓN DE PALÍNDROMOS ERÓTICOS.
Pere Ruiz. 2008
Sería el de Olaf. (Ni oírla, Olaf, si acaso sacáis falo al río Inn.)
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