El jurado del VIII Premio Internacional de Literatura Palindrómica REVER 2018, formado por dos
grandes palindromistas y a la vez expertos literatos, Carlos López (México) y
Miguel Ángel Zorrilla (España), ha decidido otorgar el galardón como ganador
del concurso de Redondilla palindrómica
a:
Martín Bresnal
Martín
Bresnal vive en Buenos
Aires, Argentina, y tiene veinticinco años. La primera vez que leyó la palabra
"palíndromo" tenía quince. Estudiaba biología y se sentía atraído por
esas secuencias palindrómicas de nucleótidos en el ADN:
En cada célula, en cada una de las tantas que nos
constituyen, en su interior, en el material genético, hay diversas moléculas
que se ordenan, en algunas partes, formando palíndromos.
El viaje había comenzado. Un compañero en la escuela
me había invitado a ser parte del equipo que participaría en las olimpíadas de
biología. Lo tomé como una invitación a jugar. Estudiaba y compartía preciosos
momentos con quienes viajaríamos a una ciudad donde conoceríamos a más
estudiantes que venían de distintas provincias argentinas a participar de este
encuentro. La historia tendría una trama con hilos invisibles para mí en ese
entonces. A esta ciudad volví unas veinte veces en esos años. Y fui comprendiendo
que el viaje hacia el ADN era el viaje de una búsqueda hacia la construcción de
una identidad. Individual y colectiva.
A comienzos de este año, Jeremías, un amigo, un
hermano, me invita a pasar unos días con él, en las sierras. Él venía andando
por el país en bicicleta, contando, escuchando y creando historias, cuentos. Y
ahora estaba parando unos días en un pueblo, muy cerca de esa ciudad a la que
yo había ido cuando tenía quince. Ir y encontrarnos allá era un viaje en el
tiempo. Y ahora, una vez más, un amigo me invitaba a jugar. Esta vez, con las
palabras. Era un juego de esos que él jugaba cuando era niño. De alguna manera,
los dos jugábamos con las múltiples lecturas en lo que aparenta tener una sola.
Lo siento como si se tratara de conocer el orden, el patrón de lo cotidiano,
darlo vuelta, de acá para allá, de allá para acá, encontrar espacios, salidas,
silencios, soltar y estar presentes y sensibles, visibilizar hilos internos,
hallar en el ADN a la estrella, en el río a la piedra. Y creamos textos
palindrómicos que nacieron de este encuentro, de esta invitación a ser niños y
a saltar hacia el vacío del caos y encontrar allí el orden intrínseco del
universo. Entre ellos, las redondillas que compartimos con ustedes.
Unos días después descubriríamos que en esta ciudad,
en la ciudad a la que yo había ido como estudiante, que está muy cerca de las
sierras donde escribimos palíndromos estas semanas, había vivido un conocido
palindromista que ahora tendría ciento veintitrés años. Y sentimos que entendimos
todo. Y sonreí.
Gracias, Rever, por la propuesta y el reconocimiento a
lo que podemos crear si un amigo nos invita a jugar. Gracias, Pere, por la
invitación y por tu sabiduría y sensibilidad.
El ejercicio continúa, los viajes continúan.
Lo cotidiano se vuelve mágico y andamos y desandamos
el camino. Un camino varias veces palindrómico.
La Redondilla
palindrómica con la que Martín
Bresnal ha resultado ganador del Premio REVER de este año es:
Olé, tosé, naval celo.
Leí, moro, la ama fiel.
Leí fama; al oro miel.
Olé: clavan. Es Otelo.
¡Muchísimas
felicidades!
http://elamorazulmarino.blogspot.com.es/2018/03/mi-yo-mas-palindromico.html
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