Pere Ruiz
El suplemento
literario del periódico madrileño El Día, Macias Coque publica el día 2 de abril
de 1883 un artículo titulado Difficiles nugæ, del que transcribimos algunos
párrafos relacionados con los palíndromos:
Ha muerto, no hace
mucho, González Estrada, el famoso poeta pentacróstico. Dios, el Dios
verdadero, le haya perdonado sus pecados, como el falso dios dei Pindó le
perdonó sus desafueros métricos.
Ossorio y Bernard
le ha dedicado ya en este mismo periódico una discreta necrología.
El recuerdo, con
tan triste motivo evocado, de la poesía laberintico-pistonuda me da pié para un
ligero estudio acerca de este extravagante género literario, que quizá ofrezca
alguna curiosidad á los lectores.
De los encadenados
rengifescos pudieron ser modelo los órficos ó serpentinos, usados
por Ovidio y por Marcial. Pentidio compuso en estos metros varias
elegías. Más difíciles aún eran los anaciclicos, cuyas letras
leídas de izquierda á derecha (decian lo mismo que de derecha á
izquierda; por ejemplo:
Roma tibi súbito motibus ibit amor.
Todavía forzaron
más el torniquete los eruditos del Renacimiento. El P. Beanhuys hizo este
exámetro:
Tot tibi sunt dotes, virgo, quod sidera coelo,
que es capaz de
3.312 cambios, conservando el ritmo.
Eritio Puteano
empleó en combinaciones semejantes cuarenta y ocho páginas de su obra titulada Pietatis
tahumata in Protheum partenicum unius libri versuta... (Amberes, 1617.)
Lansius hizo otro
exámetro, susceptible de 39.916 combinaciones diferentes; y el célebre Vosio
aduce como una de tantas excelencias da las matemáticas, que con su ayuda se
comprende que el verso
Lex, rex, dux, forgs, lux, morg, spez, paz, petra, Christi
puede variarse de
3.628.800 maneras.
¿Para quien tan
sutilmente hilaba, qué revueltas inextricables podían ofrecer los más
intrincados laberintos?
Se comprende su
delicia en redoblar las dificultades por el vano placer de salir con redoblada
gallardía del empeño.
Rengifo es un niño
de teta en punto á ingenio y á inventiva. Casi todo su mérito es debido á la
oportunidad. Fué su época de chochez literaria, y él tuvo el instinto de
brindarle con entretenidos juguetes.
N. del A. Se ha
respetado el texto original, así como posibles erratas y reglas ortográficas de
la época.
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