sábado, 5 de diciembre de 2020

El Anagrama. M. Ossorio Bernard. 1894

Hemeroteca palindrómica
Pere Ruiz


La revista barcelonesa llamada La ilustración artística publica el día 30 de julio de 1894 un artículo que reproducimos aquí  y titulado El Anagrama, bajo la firma de M. Ossorio Bernard.

El ingenio humano, siempre descontentadizo, no se satisface generalmente con lo grande: aspira igualmente á lo pequeño y acaso funda en esto último sus mayores triunfos. Conozco á eminencias, á verdaderas é indiscutibles eminencias en distintos ramos del saber humano, que no se entregarán tranquilos al descanso ninguna noche, sin haber acertado antes la charada de La Correspondencia ó el jeroglífico del semanario ilustrado, y que se pasan horas enteras delante de un salto de caballo, de un doble acróstico ó de un logogrifo desesperante.

¿Qué importa que la humanidad espere aún de ellos la resolución de cualquiera de los hondos problemas que suelen ocuparlos y que persiguen con ardor? Antes es averiguar lo que dice el charadista, al combinar la quinta sílaba con la primera, la tercera con la segunda y la segunda con la cuarta, ó sustituir por letras los puntos de rombos, triángulos y cuadrados, para que horizontal y verticalmente digan tales ó cuales cosas.

Entre estos entretenimientos más ó menos inútiles merece singular mención el anagrama (de ana, transposición, y gramma, letra ó escritura); siendo, por lo tanto y según la definición autorizada de la Academia, «transposición de las letras de una palabra ó sentencia, de que resulta otra palabra ó sentencia distinta.» El gran pintor cómico de las costumbres de la clase media y maestro consumado en los misterios del idioma español, D. Manuel Bretón de los Herreros, utilizó el anagrama para volver loca de contento á la patrona ó ama de llaves de uno de los personajes de su celebrada comedia El poeta y la beneficiada, haciéndole exclamar en las siguientes redondillas, teoría y práctica de este juego de imaginación:

                    ...la manía
se me acuerda que tenía
mi huesped D. Diego Ortíz.
Dando á las letras tormento
de todo hacía... amalgamas...
No es eso... ¿Cómo? Antidramas...
Anagramas... ¡Qué talento!
Yo también en su pesquisa
tuve parte. ¡Era mucho hombre!
Recuerdo que de mi nombre
hizo dos: Lesbia y Belisa.
¿Soy yo Isabel, sí ó no?
Y ese nombre de Belisa
¿con el mío no se guisa?
Luego Belisa, soy yo.
En mí hay un Isa y un bel;
pon el Bel antes del isa
y es consecuencia precisa
que Belisa es Isabel.

Pero hay que decirlo en honor del anagrama. Este no constituye un pasatiempo moderno; los judíos y los egipcios se complacían en su cultivo, habiendo existido en algunos pueblos de la antigüedad el «juego del anagrama,» que consistía en tener varios alfabetos de letras recortadas, para formar con ellas todas las combinaciones á que se prestasen, y ya en tiempos más modernos nos dan cuenta las Enciclopedias de algunos casos muy curiosos.

El P. Saint Louis, por ejemplo, anagramatizó los nombres de los papas, de los reyes y de todos los santos. El abogado francés Billón presentó á Luis XIII de Francia la friolera de quinientos anagramas, por cuyo trabajo de paciencia le fué asignada una pensión; pero aún hizo más Bachet, que con su poema «Anagrancama» encerró en sus 1.200 versos otros tantos anagramas.

Actualmente, aunque cuenta con muchos aficionados y cultivadores, no existe, que yo sepa, ninguno capaz de empresas de tales alientos: por lo menos tienen la modestia de no dar importancia al juego en cuestión. Verdad es que tampoco habría Mecenas que le concediesen por ello una pensión.

Los aficionados al anagrama y que lo ejercitan al menudeo han encontrado que Roma nos da ramo y amor: vigneron (voz francesa) ivrogne, Losada, salado: alondra, ladrona: Adela, aldea: Atila, Talia y alita; Viriato, Vitoria; Austria, Saturia: Agila, Galia: y pasando de la palabra á la frase: Ulises, es Luis: Asunción, Un casino; Si mira tan rica, María Cristina; la solución escita, la cuestión social; Inglaterra, entrará Gil: Aristóteles, Es triste loa; ¿á dó va Juan? á coger cepas, cada oveja con su pareja.

Otros anagramas transponen las letras ó sílabas, para que sigan diciendo lo mismo después de la transposición, como
Anana

que lo mismo se lee de izquierda á derecha que de derecha á izquierda;

Jo  se  Me  se  io

que se encuentra, silabeando, en el mismo caso, y por último, la célebre frase sabida por niños y grandes, y ciertamente muy ingeniosa, que dice:
Dábale arroz á la zorra el abad.

En ocasiones, los cultivadores del anagrama le dan mayores vuelos y le presentan con gran intención política, religiosa ó social; observan, por ejemplo, que los dos grandes oradores de la Asamblea constituyente francesa, Abbé Mauri y Mirabeau constituyen prosódicamente con sus nombres un anagrama; tratan de la Revolution francaise para deducir que Un corsé la finira; Ven en 1848 subir al poder al ilustre Lamartine y exclaman Mal t’ en ira: llaman á Luis Felipe de Orleans L’asne d'or; del frere Jacques Clement, el asesino de Enrique III, deducen C’est l’enfer qui m’a creé; de Marie Therese d'Autriche; Marié au roi tres chetien; De Mastai Ferreti, apellidó al Pontífice Pío IX Iste fert tiaram (este lleva la tiara), y al pie de la estampa de un Eccehomo ponen la pregunta ¿Quid est veritas? (¿quién es la verdad?) para contestar anagramáticamente; Est vir qui adest (es el varón aquí presente).

Los escritores, y principalmente los periodistas, han utilizado el anagrama, sobre todo para la firma. Desde Lope de Vega Carpio, que firmó algunos de sus trabajos con el anagrama de Gabriel Padecopeo, hasta nuestros días, son muchos los literatos ilustres que se han complacido en firmar con anagrama.
Véanse unos cuantos:

Tomás de Iriarte
Tirso de Imareta
Mariano Larra
Ramón Arriala
Nombela
Obleman
Palasio
Paso Ila
M. Pardo de Figueroa
M. Droap
Francisco Asenjo Barbieri
José Ibero Canfranc
Bernardo Belluga
Bernabé Llugardo
Mariano Bellavente
Ramón Baena Nevet
Cánovas
Vascano
Manuel Casal y Aguado
Lucas Alemán y Aguado
Moreno Gil
Golmerino
Pedro Díaz Valdés
Pedro Zaldidaves
José Echegaray
Jorge Hayaseca
Leandro Fernández Moratín
Efren de Lardnazo y Morant
Juan Nicasio Gallego
Gelasio Galan y Junco
Isidoro Gil y Baus
Isidro Goli y Busa
Javier Santero
José Arantiver
Bonifacio Sotos Ochando
Antonio Ochodas Bisocof
Manuel Tolosa
Tomás E. Anulló
León Hermoso
Noherlesoom

Tal vez fuera muy interesante el estudio de qué obras se han firmado con anagramas y cuáles no; pero este sería completamente ajeno al que me propuse realizar en los párrafos precedentes.

M. OSSORIO BERNARD



N. del A. Se ha respetado el texto original, así como posibles erratas y reglas ortográficas de la época.

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