miércoles, 10 de abril de 2019

DOS NUEVOS TEXTOS REVERSISTAS DE 2019


Coincidiendo con el Encuentro anual de miembros del Club Palindromista Internacional, llevado a cabo el día 6 de abril de 2019 en Sant Quirze del Vallès, se han presentado un par de obras de carácter reversista.







ASIRNOS A NUEVE LETRAS  ES ARTE LEVE, UNA SONRISA, de Raúl Ortiz

El palíndromo es poesía, de ella nace y en ella habita. Este bello libro es una buena muestra de esa afirmación. Textos reversistas y experimentales, en un campo no tan trillado, en el que la simetría dota al poema de un ritmo muy marcado, de una rima precisa y de una armonía muy particular, única y exclusiva del palíndromo.

Este es un poemario, disfrutemos de la poesía. El palíndromo aquí no se exhibe, sino que se utiliza magistralmente como herramienta de resonancia para componer hermosos versos, como cincel transgresor que solo a través del dominio del lenguaje y la habilidad para el giro de palabras,  para atarse simétricamente además con la rima y la métrica, nos permite escapar del nudo gordiano con alegría, con musicalidad exquisita, con sorpresa constante. Como dice el propio autor:

En melosa tonada
     caía cada nota
              solemne.



LOS PALÍNDROMOS DE UN NÁUFRAGO, de Pere Ruiz

Encontráronse ejemplares de la edición príncipe de Los palíndromos de un náufrago por las costas del Cabo de las Ágatas durante el calurosísimo verano de 2018. Se especula con la posibilidad de que el naufragio se produjera en la isla de San Andrés de la Carbonera en una fecha lejana e indeterminada. En las finas arenas de Los Algarrobicos, bajo la abrupta y rocosa marina de la torre del Rayo, en la misma playa de la Puntica, tierra más cercana a la citada isla, y hasta en la Punta de los Muertos, costa donde los vientos de levante devuelven a la arena todo lo que el mar dice que no es suyo, se hallaron botellas con los lamentos simétricos del náufrago palindromista.

Se desconoce qué fue de su suerte; se cree, tal como emana de su relato, que llegó a la soledad de una isla deshabitada, inhóspita y sin apenas vegetación, con una salinidad que coloreaba el aire. Allí padeció de hambre y sed, de calor y frío, de miseria y tormentas del mar.

Caminó la isla toda, dio con un bidón un día, otro día dio con una tinaja, tropezó por un rústico talud y cayó al mar, pero compuso poemas y creyó hablar con Dios. Como  todo náufrago que se precie, cuando llevaba allí más de 100 días vio pasar un barco, desde donde nadie lo vio a él; un amanecer de otoño vio volar gaviotas y albatros sobre su cabeza y con la esperanza de estar cerca de la costa construyó una balsa que el mismo mar le destrozó.

Colocó una piedra alrededor de una palmera por cada día que allí pasó. Contó 365 piedras y llegó a bautizarse con el nombre de Jueves.

Horadó un pozo en busca de agua dulce, pues la escasez de lluvia es habitual en el clima de las Ágatas. Soñó que caminaba sobre las aguas, que se secaba el mar soñó, y soñó, al fin, que subía la marea y cubría toda la isla y la tierra toda.

No se había dado cuenta el náufrago palindromista que estaba muy cerca de la costa, que solo con levantar la mirada y observar, se podía haber salvado, aunque no os explico el final. Vosotros mismos lo podéis leer, lo podéis vivir, al derecho y al revés.

Día 1
Será modo tal, sí. Yo solo, solo, solo soy isla; todo, mar es.

¡Barco a la vista!
S.O.S. ¡Acá! ¡Acá! ¡Amigo y amigo! ¡Yo gima! ¡Yo gima! ¡Acá! ¡Acá! S.O.S.

Allí rama amé, ya se alejaba bajel a esa yema amarilla.

Pedro Ruiz Lozano
Coordinador General del Club Palindromista Internacional

No hay comentarios:

Publicar un comentario